Che
Partiendo tiernamente de las brújulas humosas,
del canto derramado,
de la exactitud del trigo
de la liberada humedad de la rosa,
del ronco desdoble de la pólvora nos recorre,
con la adulta altura del árbol,
tu amado gesto vertical,
tu potencia madura que siembra
las rocas de la espiga.
Tu bota inaugural de almenado trueno,
construye junto a la enrojecida cúspide,
la astilla sonora del diamante,
la espada temible y noctámbula de la sangre
que no conoce perdón y despierta encendiéndose.
Que sea ésta la fecha de combativo párpado
en que abramos la puerta de la luz inconmovible,
que repartamos el cristalino aliento de la esmeralda,
con la sílaba rápida del rayo,
con el puño armado del plomo,
con el acero indivisible de tu nombre.
Enrique Gregorio Courau
(detenido-desaparecido en Buenos Aires en 1976)

